Inundaciones, incendios forestales, tormentas tropicales, sequías.

Crisis alimentaria, escasez de agua, desplazamientos, conflictos. Los efectos de la crisis climática ya se sienten en todas partes y afectan profundamente a la población, golpeando con mayor dureza a quienes se encuentran en las zonas o condiciones sociales más vulnerables, que a menudo son los que menos han contribuido al agravamiento de esta emergencia.

La ciencia es clara:

El planeta se está calentando y nosotros somos los responsables. También depende de nosotros resolver esta crisis, garantizando un futuro habitable y equitativo para todos.

1. Se está calentando.

En la actualidad, la temperatura de la superficie terrestre es aproximadamente 1,3 °C más alta que a finales del siglo XIX, durante la era de la industrialización.

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Global Temperature Index (NASA)

La Tierra siempre ha experimentado ciclos naturales de calentamiento y enfriamiento. Pero lo que estamos viendo ahora es diferente y preocupante. Lxs científicxs del clima afirman que «desde 1850, cada década ha sido más calurosa que las cuatro décadas precedentes». Los diez años más calurosos se han registrado desde el año 2000, como consecuencia de la actividad humana.

El aumento de las temperaturas no solo implica un clima más cálido. El clima de la Tierra es complejo, e incluso pequeños incrementos en la temperatura global pueden desencadenar grandes cambios. Estos cambios pueden poner en riesgo ecosistemas enteros y suponer la diferencia entre la vida y la muerte para millones de personas.

El Acuerdo de París de 2015 fijó en 1,5 °C el límite crítico de calentamiento que no podemos permitirnos superar. Según las investigaciones científicas (y nuestro Dossier ciudadano sobre 1,5 °C), traspasar este umbral desencadenará «puntos de inflexión» climáticos. Esto significa que empezaremos a observar «cambios repentinos, permanentes y peligrosos» con graves consecuencias para la humanidad, a menos que detengamos el calentamiento global de inmediato.

La situación es alarmante: un informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) muestra que, al ritmo actual, es bastante probable que la temperatura mundial alcance 1,5 °C antes de 2040. Quedan menos de 20 años, así que la mayoría de nosotrxs podríamos presenciarlo durante nuestras vidas. De hecho, 2024 se convirtió en el primer año en superar los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Aunque todos los países cumplieran sus compromisos de reducción de emisiones para 2030, seguiríamos encaminados hacia un aumento de 2,7 °C para el año 2100.

Lxs científicxs advierten que, con un calentamiento de 2,7 °C, muchas partes del mundo se enfrentarán a un «calor insoportable» y a un clima aún más impredecible. La fauna silvestre desaparecerá, se producirá escasez de alimentos y las ciudades, al igual que otros sistemas humanos, sufrirán graves daños.

GRÁFICO: SERIE TEMPORAL DE LA NASA: 1880 A 2024

Leyenda: Serie temporal interactiva que muestra la temperatura planetaria promedio, desde 1880 hasta 2024. Fuente: Estudio de Visualización Científica de la NASA. (NASA Time Series)

2. Somos nosotros.

Los seres humanos estamos provocando el cambio climático al quemar combustibles fósiles; la ciencia no deja lugar a dudas.

Antes del siglo XVIII, nuestra atmósfera contenía unas 280 partes por millón (ppm) de dióxido de carbono (CO2), un nivel al que la vida en la Tierra, incluyendo los seres humanos, se había adaptadoo. Pero las cosas empezaron a cambiar cuando algunas regiones de Europa y América del Norte comenzaron a quemar carbón, petróleo y gas para hacer funcionar el transporte y las fábricas, lo que se conoce como la «Revolución Industrial».

A partir de ese momento, el uso de combustibles fósiles se extendió rápidamente por todo el mundo, provocando un vertiginoso aumento de la concentración de carbono en la atmósfera. En 2002 alcanzamos 365 partes por millón de CO2, y casi 25 años después, hemos superado la cifra de 420 ppm. Numerosos científicxs climáticxs consideran que 350 ppm es el nivel máximo seguro de CO2 en la atmósfera para poder mantener un clima estable. Y hoy ya hemos superado con creces ese umbral de seguridad climática. Lee más aquí para saber por qué esto es tan importante para 350.

Otro factor que contribuye al rápido aumento de otros gases de efecto invernadero peligrosos, como el metano, es que la alta demanda de carne y productos lácteos por parte de los países más ricos está impulsando la ganadería. Hoy en día, la agricultura es responsable de aproximadamente el 15 % de las emisiones globales.

Sin embargo, la quema de combustibles fósiles sigue siendo el principal problema, ya que el dióxido de carbono permanece en la atmósfera mucho más tiempo que el metano y otros gases de efecto invernadero. En 2021, representó el 89 % de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector energético y en 2024 el nivel de emisiones globales de CO2 fósil fue el más alto jamás registrado. Mantener los combustibles fósiles bajo tierra es la medida más importante que podemos tomar para detener el cambio climático.

Fuente: NOAA

3. Estamos seguros.

No existe un debate real sobre los fundamentos científicos del cambio climático: el 99 % de lxs científicxs coinciden en que los seres humanos somos responsables.

Sabemos desde la década de 1890 que un aumento del nivel de CO2 en la atmósfera supone un calentamiento del planeta. Sin embargo, quienes buscan proteger sus intereses económicos suelen cuestionar la ciencia climática. En particular, las empresas de combustibles fósiles gastan millones de dólares en sembrar dudas sobre el cambio climático.

Los gigantes del petróleo y del gas, como Exxon y TotalEnergies sabían acerca del cambio climático desde la década de 1970. Pero se dieron cuenta de que tomar medidas podría afectar a sus beneficios, así que han pasado décadas ocultando la verdad, financiando mentiras y engañando tanto a sus accionistas como a la opinión pública.

Entre 2015, año en que se firmó el acuerdo de París, y 2019, las cinco principales empresas petroleras gastaron en conjunto 1000 millones de dólares en engañosas campañas de marketing y en grupos de presión relacionados con el clima. Y hoy todavía siguen esforzándose por prolongar el uso de combustibles fósiles durante las próximas décadas. Nuestra crisis actual ha sido creada por su codicia, combinada con la inacción de los gobiernos. Hoy vivimos en un mundo donde unos pocos multimillonarios acaparan una riqueza descomunal, mientras que el resto luchamos por afrontar el encarecimiento de la vida, la desigualdad creciente y la crisis climática. El 1 % de la población concentra mayor riqueza que el 95 % restante, al tiempo que sigue destruyendo nuestro planeta. 

Creer en estas empresas guiadas por el lucro y negar la crisis climática significa ignorar hechos científicos comprobados, los cuales coinciden con saberes indígenas, locales y tradicionales transmitidos durante generaciones. Las comunidades locales y los pueblos indígenas gestionan más del 50 % de la tierra, del planeta, incluyendo el 54 % de las zonas forestales intactas que quedan en el mundo. Sus prácticas tradicionales hacen que estas tierras registren habitualmente menores índices de deforestación y degradación que las gestionadas por entidades públicas o privadas. Como explica el líder indígena brasileño Ailton Krenak, «la gente piensa que el cambio climático es algo que ocurrirá en el futuro, pero nosotros vivimos en nuestros bosques desde hace mucho tiempo. […] Vivimos en la Tierra gracias a la interacción constante entre las personas y la naturaleza».

El «debate» ha TERMINADO. Los científicos se manifiestan para exigir medidas contra el cambio climático. Crédito de la foto: Camino a París

4. Es malo.

Ya estamos sufriendo las consecuencias de un calentamiento global de 1,3 °C, aunque algunas personas las estamos padeciendo mucho más intensamente.

Según el informe del IPCC, entre 3300 y 3600 millones de personas viven en zonas altamente expuestas a los riesgos climáticos. De mantenerse el ritmo actual de emisiones, para el año 2100 hasta el 75 % de la población mundial podría enfrentarse a condiciones potencialmente mortales, tales como olas de calor extremo y lluvias torrenciales.

Los sistemas alimentarios e hídricos están sometidos a una enorme presión. El rendimiento de los cereales está disminuyendo y el cambio en los patrones estacionales complica la agricultura. Aunque limitemos el calentamiento a 1,5 °C, el 8 % de las tierras agrícolas actuales podrían volverse inutilizables. En el África tropical, la producción pesquera, fuente esencial de proteínas para un tercio de la población, podría reducirse entre un 3 % y un 41 %, agravando aún más el hambre.

El cambio climático está agravando las desigualdades sociales. Los grupos más vulnerables, entre ellos se enfrentan a un mayor riesgo de pobreza, escasez de agua y alimentos, violencia y desplazamiento forzado.

Tan solo el aumento del nivel del mar podría obligar a 10 millones de personas más a migrar si el calentamiento alcanza los 2 °C. Desde 2008, las condiciones meteorológicas extremas ya han desplazado a más de 20 millones de personas cada año.

Necesitamos adaptarnos rápidamente al cambio climático, pero la manera en que lo estamos haciendo sigue siendo profundamente desigual. La mayoría de las iniciativas son de escaso alcance, dispersas y excluyen a las comunidades de bajos ingresos. Lxs científicxs advierten que, sin una acción más rápida y justa, el mundo seguirá estando peligrosamente mal preparado, especialmente si se supera el umbral de 1,5 °C.

Leyenda: Mapa interactivo que muestra cómo el cambio climático afecta a los fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo. Fuente: CarbonBrief